Se arrancó el corazón, dejándolo caer al vacío.
Las mañanas se teñían de carencia, y las hojas de los Errtes empalidecían como enfermas de un amor moribundo. Todo encajaba en un mundo pequeño, vacuo, un espacio en que la vida era distinta y voraz.
I. Las mañanas se teñían de carencia.
Caminaba en un pueblo extraño un hombre llamado Efil. Este pueblo perdió la inteligencia, la cordura y el amor, el amor.